miércoles, 11 de marzo de 2009

El despido y la llegada a la cumbre

En marzo de 1636, fui sustituido por otra merced del monarca, no se por qué, debido a que nunca llegué a llevarme bien con él, desde aquel día que él se cayó al tropezarse con mi pie. Fuí destinado a un puesto de carnicería en el mercado que fue mi nuevo trabajo; pedí sin embargo en continuos memoriales ayuda de vestuario y condumio, ya que personas como yo no podían ir con cuatro trapos encima sino bien vestidos no como el resto de las personas. Esto era algo habitual en quienes vivían de las letras, siempre, con todo, muy dignamente, pues al mismo rey se quejaba.
Colaboré en academias literarias, donde les enseñé a los alumnos algunas de mis características y certámenes poéticos serios o burlescos. Organicé veladas teatrales en Palacio, con representaciones propias y comedias. Estos actos les encantaban al público, era impresionante ver cómo las personas me aclamaban, ver que les gustaban y las sonrisas en sus caras; esto es de las cosas que mejor recuerdo a lo largo de mi vida y me siento orgulloso de ellas. Llegué a corregir las obras del propio Felipe IV. Sin embargo restringí los temas de sus dramas a la Historia profana o bíblica, esto fue un gran paso para mí corregir las obras de un gran rey como es Felipe IV y estar al servicio del rey que domina España, Nápoles, Sicilia, Cerdeña y Portugal.
En este año he publicado mi mejor obra y que creo que se va a hacer la más conocida de todas se llama El Diablo Cojuelo, que os explicaré en el siguiente capítulo.
20-11-1641

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