jueves, 12 de marzo de 2009

La explicación de mi mejor obra y un trocito de ella

Mi Explicación
El Diablo Cojuelo: En esta obra escrita en 1641 introduje todos los conocimientos que había adquirido con el paso del tiempo y esto me llevó a realizar una gran obra. Verdades soñadas y novelas de la otra vida, en un estilo muy conceptista. En esta obra mi fin es ofrecer una panorámica de la sociedad en todos sus niveles, lo que logré, tomando además un gran valor documental agregado para la imaginería de la época. Yo ataco en especial el vicio de la hipocresía y especialmente a la nobleza de Madrid, donde estaba entonces la Corte, y de Andalucía, a estos los pongo verdes pero mi ímpetu satírico decayó a partir del quinto tranco, porque yo tenía cuenta que dependía de los que estaba atacando y viendo que mi situación económica no era la más adecuada vaya que estos se cabrearan conmigo y no me pagasen. Para realizar El Diablo Cojuelo me inspiré en Los anteojos de mejor vista de Rodrigo Fernández Ribera. Mi obra fue traducida pronto a las lenguas europeas, así más gente podría leer mi obra y disfrutar de ella viendo la realidad que se vivía en Madrid. Utilicé dobles sentidos, juegos de palabras, alegorías, retruécanos, y elipsis, me encantaba utilizar estos recursos. Dividí la obra en trancos en vez de capítulos, porque quería cambiar un poco no siempre dividir las obras en capítulos. El argumento es el siguiente: un estudiante que huye de la justicia, don Cleofás, entra en una buhardilla de un astrólogo y allí libera a un diablo encerrado en una redoma, quien en agradecimiento, levanta los tejados de Madrid y le enseña todas las miserias, trapacerías y engaños de sus habitantes.

Trocito del Diablo Cojuelo

-Yo, señor don Cleofás Leandro Pérez Zambullo, que ya le sé el suyo, o los suyos -dijo el Cojuelo-, porque hemos sido vecinos por esa dama que galanteaba y por quien le ha corrido la justicia esta noche, y de quien después le contaré maravillas, me llamo de esta manera porque fui el primero de los que se levantaron en la rebelión celestial, y de los que cayeron y todo; y como los demás dieron sobre mí, me estropearon, y así quedé más que todos señalado de la mano de Dios y de los pies de todos los diablos, y con este sobrenombre; mas no por eso menos ágil para todas las facciones que se ofrecen en los países bajos, en cuyas empresas nunca me he quedado atrás, antes me he adelantado a todos; que, camino del infierno, tanto anda el cojo como el viento; aunque nunca he estado más sin reputación que ahora en poder de este vinagre, a quien por trato me entregaron mis propios compañeros, porque los traía al retortero a todos, como dice el refrán de Castilla, y cada momento a los más agudos les daba gato por demonio. Sácame de este Argel de vidrio; que yo te pagaré el rescate en muchos gustos, a fe de demonio, porque me precio de amigo de mi amigo, con mis tachas buenas y malas.
-¿Cómo quieres -dijo don Cleofás, mudando la cortesía con la familiaridad de la conversación- que yo haga lo que tú no puedes siendo demonio tan mañoso?
A mí no me es concedido -dijo el Espíritu-, y a ti sí, por ser hombre con el privilegio del bautismo y libre del poder de los conjuros, con quien han hecho pacto los príncipes de la Guinea infernal. Toma un cuadrante de esos y haz pedazos esta redoma, que luego en derramándome me verás visible y palpable.

15-12-1641

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